Mi madre y yo...

Mi madre y yo solemos ir de compras juntas...

No ocurre muy a menudo, pero procuramos que nunca pasen más de 2 meses... Ese día para mí es como un premio. Quedamos bien prontito, "para que nos cunda" y aunque siempre decimos que "esta vez volvemos a casa antes de las 5", acabamos entrando por la puerta pasadas las siete... es ley de vida.

Mi madre me enseñó todo lo que sé. Como cuando nací ella era autónoma, no nos separábamos ni un minuto. Me hablaba como un adulto desde el primer pañal. Me contaba cosas de su vida, de la gente que nos encontrábamos por la calle, de mi familia, del trabajo de mi padre... Podía parecer que yo no me enteraba de nada (criatura!! si era una "mico"...). El caso es que con nueve meses pasé de las típicas palabras a entender y mantener una conversación... sí, era un poco extraño. Mi madre dice que me llevaba en el carrito y la gente se paraba para preguntarla cómo una niña tan pequeña podía ir hablando de esa forma. 

Así nos pasamos años y años (sin carrito claro...) y sólo la adolescencia consiguió romper nuestra comunicación... Puedo asegurar que aquello ha sido de las cosas más duras por las que yo he tenido que pasar... ya sabéis que en la adolescencia el 100% de tus problemas tienen que ver con tu personalidad. Pasas de niño a adulto de un día para otro y no sabes ni por dónde viene el aire... Tienes claros tus "principios básicos", el problema es que tus padres no están tan seguros de que hayan hecho bien su trabajo. Te intentan proteger de "lo visible y lo invisible", les va la vida en que no cometas los mismos errores que ellos... buscan de ti un C.V. intachable (y con C.V. me refiero al de la vida, no sólo al académico...)

Pero a ti el cuerpo te pide otras cosas. Te pide decidir por tu cuenta y equivocarte si hace falta. Te pide ELEGIR lo que crees que es bueno para ti y lo que no. Ellos no quieren hacerte daño, pero cuando alguien te quiere fabricar una jaulita de cristal donde nada malo sucede y nunca comes más alpiste del necesario, se te olvida volar... ¿para qué educaste entonces a un pajarillo libre y responsable que sabe perfectamente lo que piensas, lo que eres tú como padre, lo que soy yo como hija?

Ningún hijo pretende hacer daño a sus padres y si lo hace, os aseguro que no es consciente de ello. Todos pasamos por un momento clave en nuestras vidas: encontrar nuestro "hueco", uno que sea propio. Una especie de nido que, aunque esté en el mismo árbol, no implica que sea exactamente en la misma "rama" que el de nuestros padres... uno que empiece siendo pequeño, con la pajilla puesta "de aquella manera"... Sabemos que el nido de nuestros padres es grande, fuerte, sólido... con una habitación reservada de por vida por si llega la tormenta y tira nuestro débil nido al suelo. Queremos que esto no pase. Queremos un nido como el de nuestros padres. Ellos sí que saben... (¿los padres lo saben todo, verdad?). Pero ellos no se acuerdan de que "algún día" su nido también fue humilde y sin embargo fíjate en lo que se ha convertido...

Y entonces ocurre el milagro (un milagro que necesita de muuuuuuuchos años... sólo hay que tener paciencia). Tú nido ya no es lo que era. Apenas un "tsunami" conseguiría derrumbarlo. Has aprendido incluso cómo mejorar el de tus padres... ¡y lo mejor es que ellos se dejan!. Volvemos a ser un equipo. Los pájaros sabios con sus pajarillos fuertes... Los miedos han ido desapareciendo, uno detrás de otro. Es ley de vida.

Tengo una buena amiga que hoy está compungida porque su hija ha crecido y dejará de ir al "cole" para superar la gran etapa del "insti"... su "pequeña" se hace mayor, como ella lo hizo en su día. Y en estos momentos mi amiga no se acuerda de que ella es una mujer fuerte, lista, resolutiva, buena. Su hija tiene "todas las papeletas" de ser una especie de "calco" pero con sello propio. Como madre le esperan unos años duros, esos en los que creerá que su hija se le va de las manos, simplemente porque tendrá lapsus de memoria que no le dejen ver que ella hizo lo mismo. Pero los años pasarán y un día serán más amigas que nunca. Y volverán a ir de compras juntas...

Yo a mi madre no la cambio por nada del mundo. Supongo que "casi" todos vosotros pensaréis lo mismo. Ahora nos toca coger el relevo. Pronto estaremos fabricando nuestras propias "jaulitas de cristal" para "futuros inquilinos", lo veo venir. Pero la vida es una herencia infinita. Cada día das y recibes, con la suerte de que TODO al menos "te suena"...

Cuidad de vuestros padres y tened la tranquilidad de que algún día vuestros hijos cuidarán de vosotros. Podéis dudarlo, pero así será. Os lo prometo.

Hermanas Bolena... os dejo!! Tengo que ir de compras!!!! :) :) :)


(Vale lo reconozco, he llorado un poquito escribiendo esta entrada... a ver si os pensáis que sólo se hacer picadillo con las pizzas frías, una tiene su corazoncito... :)


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